22.12.06

DIOS NOS LA DEPARE BUENA

Desde Trapisonda se dice casi a diario que el gran origen de nuestra convivencia deteriorada estuvo en la invasión liberal, apresurada y, además, apoyada por las águilas de Napoleón en su etapa final.

Liberalismo, masonería, gabachos y napoleones acabaron con la poco boyante España de Carlos IV y Fernando VII

Ya estamos en el bicentenario

Por José Mª Espinosa de los Monteros Jaraquemada

REALMENTE hasta mayo del 2008 no se iniciarán las conmemoraciones oficiales de los doscientos años del inicio de la Guerra de la Independencia española. Pero no debemos quedarnos en acontecimientos puntuales, sino iniciar con anterioridad estudios e investigaciones de los sucesos que llevaron a España y a los españoles a entrar en la modernidad que suponían el liberalismo y el final del Antiguo Régimen. La Guerra de la Independencia es el acontecimiento que, sin lugar a dudas, une a todos los españoles. Que puede suscitar polémica... ¡evidentemente!

Otro bicentenario inexorablemente unido al de la Guerra de la Independencia es el de la Constitución de Cádiz. En la Historia no podemos guiarnos por lo que hubiera podido ocurrir y no ocurrió, pero ¿podemos imaginarnos qué hubiera pasado si el mariscal Víctor hubiera doblegado a los resistentes gaditanos? No teníamos como Portugal a nuestro soberano en América; nuestro soberano, José I por orden de Napoleón, estaba en Madrid. No debemos tampoco olvidar el comienzo de la transformación del antaño Imperio español. A lo largo del siglo XIX se fueron generando las naciones políticas iberoamericanas que doscientos años después disfrutan de una lengua y un patrimonio cultural español común. Como vemos, se aproximan, están ahí mismo los bicentenarios de acontecimientos trascendentales para la historia y el presente de España y el de las ex colonias americanas.

Ya estamos en el bicentenario
Ya estamos en el bicentenario
Por José Mª Espinosa de los Monteros Jaraquemada
REALMENTE hasta mayo del 2008 no se iniciarán las conmemoraciones oficiales de los doscientos años del inicio de la Guerra de la Independencia española. Pero no debemos quedarnos en acontecimientos puntuales, sino iniciar con anterioridad estudios e investigaciones de los sucesos que llevaron a España y a los españoles a entrar en la modernidad que suponían el liberalismo y el final del Antiguo Régimen. La Guerra de la Independencia es el acontecimiento que, sin lugar a dudas, une a todos los españoles. Que puede suscitar polémica... ¡evidentemente!
Otro bicentenario inexorablemente unido al de la Guerra de la Independencia es el de la Constitución de Cádiz. En la Historia no podemos guiarnos por lo que hubiera podido ocurrir y no ocurrió, pero ¿podemos imaginarnos qué hubiera pasado si el mariscal Víctor hubiera doblegado a los resistentes gaditanos? No teníamos como Portugal a nuestro soberano en América; nuestro soberano, José I por orden de Napoleón, estaba en Madrid. No debemos tampoco olvidar el comienzo de la transformación del antaño Imperio español. A lo largo del siglo XIX se fueron generando las naciones políticas iberoamericanas que doscientos años después disfrutan de una lengua y un patrimonio cultural español común. Como vemos, se aproximan, están ahí mismo los bicentenarios de acontecimientos trascendentales para la historia y el presente de España y el de las ex colonias americanas.
El compromiso adquirido por «El Foro para el Estudio de la Historia Militar de España» viene definido en sus estatutos: «Promoción del estudio de la Historia Militar de España y, en concreto, del hecho histórico de la Guerra de la Independencia y su época, así como la representación, defensa y promoción de los intereses culturales de sus asociados, siendo vía de diálogo efectivo entre los asociados y las instituciones». Bajo esta premisa, el Foro lo formamos personas amantes de la Historia y provenientes de diferentes campos profesionales y de diversos países: portugueses, franceses, italianos, polacos, británicos, norteamericanos y españoles. Todos unidos con el fin de investigar los acontecimientos que durante aquellos años cambiaron España de una manera radical.
No podemos tampoco olvidar a los españoles que por diversas razones se unieron al rey José, que formaron parte de su Ejército, de su Administración o a otros muchos que lucharon encuadrados en la propia «Grand Armée». Pasados los años, a su retorno del exilio, como muchos liberales, pasaron a formar parte de la elite de nuestro país, participando en su desarrollo político y económico junto con los constitucionalistas de Cádiz.
Por todo ello, estamos en vías de publicar -con el fin de divulgar nuestros conocimientos, actividades e investigaciones- los «Cuadernos del Bicentenario». En ellos se brinda la oportunidad de publicar artículos sobre la Guerra de la Independencia y su época, no sólo a los miembros del Foro, sino a todo aquél que sienta la inquietud del bicentenario.
La proximidad del bicentenario debe dar motivos para una cierta reflexión. La España de 1908, la del primer centenario, dista mucho de la actual. Aquella España hacía diez años que había dejado de ser una potencia importante después de la guerra de 1898 y apenas acababa de recuperar su pulso anterior. España parecía muy pequeña con respecto a los otros Estados de Europa, que atravesaban un verdadero auge de expansión colonial. El caso español era el de una dolorosa retracción. En consecuencia, la conmemoración del centenario intentaba recuperar ciertas esencias entre unas cenizas del pasado que hasta el momento sólo dejaban percibir una cierta desolación.
La Guerra de la Independencia parecía que únicamente se podía basar en la lucha de los guerrilleros, que desde 1908 comenzó a alcanzar tintes mitológicos. En cambio, un ejército, el Ejército regular español, que había luchado durante los siete años del conflicto bélico en las peores condiciones, volvía a ser marginado, cuando no olvidado. Ahora estamos en un momento en el que se debe y se puede recuperar aquella imagen de resistencia en las condiciones más difíciles. Contra todas las adversidades.
Por otro lado, debemos evitar la falsa mitificación de los nacionalismos locales que cultivan la imagen, por desconocer la Historia, de unas Juntas Provinciales como si fueran el origen de las actuales autonomías y el posible fermento de insalvables diferencias regionales. Las Juntas, muchas de ellas, tuvieron una máxima autonomía, es cierto, pero esto no les impidió caer en un egoísmo traducido en una desorganización de la resistencia. Todo esto es Historia y se encuentra en sus anales. España puede y debe no sólo afrontar el reto de este segundo centenario, sino revisar y asumir determinados hechos históricos con un carácter más ponderado para colocarlos en su verdadero contexto.
Uno de los trabajos a llevar a cabo durante este largo periodo del bicentenario debería ser la puesta al día de la bibliografía existente, con el ánimo de ayudar tanto al investigador como al aficionado a la historia de los tiempos de la Guerra de la Independencia española.
Posiblemente nuestra historiografía peque de falta de renovación. La historia española parece seguir algo lastrada por los conceptos escritos durante el primer centenario, cuando éste actuó como una especie de catalizador para reescribir una historia repleta de tintes que ahora se considerarían demasiado «nacionalistas». Lo mismo sucede con campañas o determinadas batallas. Las historias escritas en el Reino Unido, por desgracia, a diferencia de las francesas, no funcionaron como elemento compensador, sino más bien como revulsivo en los historiadores españoles.