17.1.07

FABRIQUE SU PROPIA PARÁBOLA

Sea hombre y tome el pelo a sus coetáneos. Y además, ¡a costa de los camellos!, simpáticos animales que dan mucha risa tratados en la intimidad. Aproveche la paradoja.

Esta foto se trata de una vista cenital, a pura perpendicular, de una banda de camellos en el desierto, pero no deje que le engañen sus ojos, porqué ahí está la parábola del falso dromedario negro.

Usted no ve los dromedarios que cree. Ni mucho menos, como cuando le sale un Preasidente y usted se imagina que lo tiene ante los ojos. Y es que la realidad es volátil y tan engañosa como Pepe Blanco o el mismo ZP. O sea, vivir para no ver.

Hágase la Parábola: había una vez una familia de camellos que vagaba por el desierto pensando en qué consiste el ser del camello, animal feo pero de alma blanca. ¿Quién nos verá como somos? Nadie, les dijo el Diablo para malmeter. Si la gente se engaña con los reyes, qué no hará con con unos camellos extravagantes? Este mundo es todo sombra, hasta la noche, en que se convierte en crujir de dientes. Y etcétera. No ahorre palabras.

Pero usted ve los camellos, ¿no es eso? No, pero ahora los verá: a las patas de cada bicho con joroba que usted cree ver (y no ve), hay una mancha blanca: el lomo del camello verdadero que vaga por las dunas. La forma de dromedario es su sombra, que se alarga sobre la arena. O sea, el verdadero camello no lo parece, como mandan las leyes universales del sufragio universal.

O sea, mantenga fresco el espíritu y mire bien.

El Rector Agapito y Medio.