27.2.06

TERRENO RESBALADIZO

Aunque se haya demostrado con la repetitiva cosa catalanista, lo cierto es que el cerebro humano está lleno de agujeros a la hora de percibir la realidad. Las siguientes imágenes son fijas, aunque producen la apariencia de movimiento. Se suele advertir que las deje estar tan pronto como note señales de mareo o vahidos. No tiene más que contemplarlas y esperar a ver cómo parece que el suelo se mueva bajo los pies. No es el suelo, sino su cerebro que no comprende, literalmente, lo que está viendo. Lo enseñan la Gestalt y sus más jóvenes miembros.

También, sin dibujos, este agujero negro del cerebro está siendo explotado en España: El catalanismo no se mueve y sigue tan cerril como siempre pero, como por artificio, da la sensación de estar variando. Moraleja: no crea en nada de lo que le cuenten los políticos catalanes, porque tienen un corazón parecido a estas ilusiones ópticas.


Hay cientos de trucos para que el humano sano, con luces y buen entrenamiento, se llame a engaño. Y no dude de que todos los conocen quienes han decidido engañarlo y llevarlo adonde no quiere ir. Acechan los malos.



Fíjese en lo movedizo de estas dos imágenes fijas y pregúntese si lo que ve moverse, avanzar o retroceder, no está quieto, fijo, y confundiéndole con la palabrería habitual.



No se mueve la espiral, pero se expande como usted ve. El mundo moderno, en su mayor parte, puede ser alucinación. Y la Historia, más.

26.2.06

LA DUREZA DE LA VIDA SANA

La vida sana es un invento moderno que consiste en la pretensión de llegar sano a la muerte o de mantenerla mirando por encima de tu hombro mientras tratas de estimular a tus vísceras cansadas. Hay una esclavitud primigenia, la de la muerte, el tubo de la risa por donde pasaremos todos; y hay una esclavitud sobrevenida, la de la vida larga o sea, la del miedo a la muerte inevitable.

Image hosting by Photobucket

Image hosting by Photobucket

Image hosting by Photobucket

25.2.06

NADA DE BIOSFERA

Querido Decano Emilio:

Me choca y me deja tieso que digas lo que me dices cuando yo, que voy trasero, sigo un senderillo por el que ya has pasado tú. Empecé de buscador de setas y ando ya buscando duendes, trasgos y "daimonos" a decir de Sócrates. No hago más que tender la oreja a la aventura e imaginarme mochuelo como la diosa Atenea, por si veo en la oscuridad, que es muchísima y artificial.



Por lo leído y por tu trabajo, que ocupa no menos de veinte "escriptorium", sí, sé que ando en una dirección paralela a la tuya y que mis encuentros con alguna verdad ya los has tenido tu, con la misma. Sólo que tú sigues la divisa de nuestras juventudes y de José Antonio, unir la acciín a la palabra, la espada a la pluma y envías cientos de ideas y visiones a la buena gente, ya gracias a Internet, ya gracias a Gutemberg y su imprenta. No sé si la gente se percata del esfuerzo enorme no sólo ya de reunir, conjuntar y editar tanto trabajo diverso pero de corazones homogéneos, sino de ese otro trabajo, más silencioso e invisible, de la humilde constancia, del hecho permanente, de seguir ahí, semana tras semana en cumplimiento de una misión que sólo es posible porque eres tenaz.

Nuestros españoles pocas veces admiran la tenacidad y la constancia. No se descubren ante el perseverante y sólo a veces, porque es otra cosa, ante el pertinaz. Para explicarme: yo sería pertinaz y tu constante. La pertinacia de ambos está en el rumbo elegido, en el rumbo jurado, pero donde yo hago regates y zapatistas, tú mantienes el timón firme y no despegas el ojo de la polar.

Que sepas, pues, que aquí tienes a un español que se admira de la constancia leal, de la perseverancia llevada con humildad (cuando merece cohetes de fiesta) y de tu servicio a una misión, dura y difícil; una misión portadora de inteligencia. O sea, una exhibición de lealtad como debe ser la lealtad: sin estruendos y sin medallas. Sin mencionarla siquiera.

En mis conversaciones privadas con el Gran Trío (Sócrates, Platón y Aristóteles) hablamos a menudo de ti. Somos todos parientes del mismo mar y favorables al aceite de oliva. ¿Y el Decano Emilio cómo se las arregla? Sócrates, que convirtió el objeto de la filosofía en el conocimiento de lo humano más que de lo físico y jamás escribió una "Sobre la Naturaleza", se decanta por pensar en que el hombre que trabaja con la cabeza dobla el tiempo, es decir lo ocupa en su totalidad y eso le permite hacer mucho más que al que simplemente mira. Claro que Sócrates no ha hecho en su vida nada más que mirar y tratar de comprender lo que se ve. Aristóteles, más dado a encasillar, cree que tú, al ponerte constantemente en el tercer nivel de abstracción, consigues que el tiempo se vuelva pequeño y lento. Y Platón, tras consultar con Plotino, sospecha que tu cordón de plata, tu misteriosa unión con la divinidad razonable, te da la voluntad necesaria para atenerte a tus decisiones.

Un día escribiré estas y otras charlas. Sócrates y los demás, incluído Napoleón, no son apariciones, sombras que se aparecen en mitad de la selva oscura, como Virgilio a Dante para confabularse en la Divina Comedia. No son las phantasmas clásicas y nos demonios benéficos al estilo céltico. Son ellos en el regazo del tiempo que no pasa, del tiempo que sigue sucediendo siempre y a la vez. Subir a ese momento permanente, que es el de la creación, no es fácil ni difícil: ya te conté lo que es dejar la mente en blanco y algún perno flojo y entonces, como dijo Quevedo, escuchas con los ojos a los difuntos, que difuntos del todo no están.

Trapisonda en Pleno empieza a sostener, por boca de un heresiarca que tiene, que aquí todos llevamos más de ochenta años olvidando una de las esferas principales que rodean el mundo. Mucho hablar de la hidrosfera, de la agrosfera, de la estratosfera o de la biosfera, y no recordamos una parte fundamental de nuestro credo: la comunión de los santos, o sea, el cuerpo místico de Cristo que uno a los vivos con los muertos. Cierto que los evangelios, y todo lo que desencadenaron después, están influidos por su época, que no era la "romana" sino la "neoplatónica". Pero la idea de que los muertos y los vivos pueden influirse mutuamente (interactuar le dicen los informáticos, los sociólogos y demás). Eso supone que hay una esfera de almas, rodeándonos; una esfera de la sabiduría y a ella querían acceder mentes preclaras como la de Descartes (¿o era Pascal?), ya por el uso de la razón ya por la estimulación de la glándula pineal. ¿Lo consiguieron? Vistas sus obras, sí. Se ha de escuchar a la comunión de los santos, que es el depósito activo e invisible de cuanto la humanidad ha hecho. ¿Acaso las mejores ideas no llegan de forma instantánea y como prefabricada? No creo que nuestra física ni nuestra astronomía, ni siquiera nuestra psicología, mire en la buena dirección. Hay demasiados entes invisibles y otros que pueden serlo o no, según. Por encima de la estratosfera puede perfectamente estar la Noosfera (por el Nous del Gran Trío). Y cosas reales invisibles las hay inmateriales, como el tiempo y las hay muy sólidas, pero sometidas a los misterios de la materia y de la visión. Un proyectil, pongamos que de un mauser del 7,92, antiguo, se deja coger, se deja llevar en la cartuchera y hasta que lo arracimen en un peine. Lo metes en la recámara, echas el cerrojo de acero y tan pronto como aprietas el gatillo se vuelve invisible. Está y se mueve y llega a su destino y, a lo peor, mata. Pero no es visible con nuestros ojos. Hay muchas cosas, entre el cielo y la tierra, Emilio, que no podemos ver pero que no debemos negar y, entre ellas, el dogma de la comunión de los santos: hay que escuchar a esos santos tanto como se pueda y poner señales en el camino que conduce a ellos.

Me parece que Jesucristo, además de Dios y de hombre, era un superdotado: nos habla claramente de todo esto y muchas veces. Recuerda: llamad y os abrirán. Lo dice en plural. O a veces, como impersonal: "Se os abrirá". Pero hay que llamar, claro. En esa "Noosfera" puede estar mucho del consuelo que necesita el mundo actual y mucha de la comprensión que necesitamos para saber qué mundo es el que pisamos, porque no lo sabemos. Y menos con televisión, que es el viejo enemigo "mundo" multiplicado por mil.

Los iconoclastas eran unos asnos, aunque aún pervivan en todo el oriente más el judaismo. Pero los Teleclastas serán unos benefactores porque no romperán artes sino "cadenas" de televisión. Es curioso que hoy para ser algo tengas que mandar por el éter tu imagen descompuesta en puntitos.

En fin, Emilio: disfruta del fin de semana y sabe que, al menos un español, reconoce tus altos méritos y tus virtudes notables.
Arturo Robsy

19.2.06

ESTAMOS COPADOS

La historia moderna no nos recogerá. Seremos parte de eso que se llama el pueblo, o sea, el ambiente de la época en la que ejercieron Suárez, Felípez, Aznar y Zapatero. No sabrán nuestros nombres ni lo que de verdad pensábamos de las cosas y de los jolgorios de Estado.

Estamos condenados a dos silencios: el actual, porque la época ha de ser unánime, y el futuro, porque nada de lo dicho o pensado quedará. Frases espléndidas de los Presidentes y algunas palabritas de los periodistas leales.

Hasta estos gifs preparados con tanto cariño, anuncios verdaderos de cosas que pasan, han sido malmetidos por algún merodeador gubernamental. Vea cómo me los han dejado después de prepararlos con tanto cariño.

Image hosting by Photobucket

Image hosting by Photobucket

Image hosting by Photobucket

Image hosting by Photobucket

Image hosting by Photobucket

13.2.06

¿QUÉ HAY DENTRO DE UN SEÑOR?

O sea, qué partes de nosotros son nuestras y qué partes nos han entrado, superando los filtros lógicos de nuestro cerebro vigilante y tontorrón. Debajo hay una figura que toca la batería. Es muy probable que usted la reconozca, o sea, que esté en sus recuerdos y que, por lo tanto, no le extrañe ver a un ser inexistente comportándose como un humano loco. ¿Sabía usted que una parte de su ser contenía al monstruo de las galletas? Jugar con lo que somos tiene unos riesgos enormes y un buen paranoico debe temer, siempre, que le acechen los seres inexistentes, porque realmente existen en las calabazas de los demás.

Image hosting by Photobucket

En nuestro interior casi no hay espacios vacíos: entre las vísceras y los recuerdos falsos vamos al completo. Tan al completo que, como se demostrará, a veces somos capaces de ser invisibles en parte. O sea, que el hombre invisible es una realidad. Creedme, que sé lo que digo aunque diga tonterías que están a la vista y no se ven.

Dígame una cosa que se ve y que puede ser invisible. El proyectil del cartucho de un arma de fuego. Una vez disparada, la bala, bien sólida, se mueve de forma tal que no lo ven nuestros ojos. No hace falta mucha velocidad ni maquinaria. Pona un dedo ante los ojos y muévalo de arriba abajo de prisa, como si de hubiera pinchado. Puedo hacerlo que con la mano entera: Todo lo más que verá del dedo es una especie de abanico que no interrumpe la visión de lo que hay detrás. O sea, una parte de nuestro cuerpo puede convertirse en algo fantasmal.

No nos desviemos, porque hablábamos de la enormidad de partes nuestras que pertenecen a recuerdos de otros: películas, fotos, estudios... Al hombre se le va llenando como a un jarrón y precisamente por eso es hombre, el animalito que se yergue, camina y tiene consciencia para decirlo. Hablábamos de qué partes de nuestro interior son del todo nuestras: las vísceras, sí, salvo que haya algún trasplante. Las ideas: casi todas de importación. Los recuerdos... ¡Ay de ellos! Los recuerdos son gente peligrosa: no hacen más que acechar para cambiarte la vida y el carácter.

Un reciente estudio -cierto que de Wynsconsin- señalaba, tras agotar a los estudiantes voluntarios, que más del 70 por cien de nuestros recuerdos no lo son. Que en casos graves el mecanismo de recordar sufre colapsos y no distingue si lo que ve el ojo de la mente es algo que sucedió al interesado o algo que vió en cine, video o televisión. El recuerdo se coló, pero sigue ahí, anclado a alguna neurona, presto a emergar de la memoria y causarnos algún trastorno.

Lo que más hay dentro de un señor es una señora, construida con rastros de la pubertad, con retazos de películas, con voces oídas a distancia y con dulces esperanzas que nunca se satisficieron. Una mujer misterio que permanece joven y cuyo amor se quiere conseguir aun en la vejez. Es la poderosa fuerza de la vida, que empuja hasta el último momento. Esa mujer nos vigila desde lo profundo y desde lo profundo deseamos ser dignos de ella. Maravillas de la testosterona que conserva gran cantidad de nuestros recuerdos como si sólo fueran ayer.


Image hosting by Photobucket

He aquí la gran curva de la interrogante eterna. ¿Quién está atrapada en mis pensamientos? ¿Es posible que aún los varones sueñen con su dama y crean que en el espacio-tiempo habrá un lugar en que reunirse y ser uno, un solo ser resplandeciente? Mira, lector la figura enigmática y verás como tu alma tiende a desprenderse y a volver al mundo de los sueños que acongojan.

12.2.06

MUNDOS DENTRO DE MUNDOS

Si es usted un poco paranoico o un poco español, ya habrá descubierto que el mundo en el que vive parece lleno de inconsistencias y contradicciones, como si bajo sus pies estuvieran chocando universos incompatibles que alguien, malvado sin duda, trata de usar para confundir su ánimo.

No haga caso, porque es bien cierto que este mundo en que lee esta página es una falsificación. Se trata de un mundo dentro de un mundo que está dentro de otro mundo, y así sucesivamente. ¿Por qué cree que nos acechan los platívolos? Porque vienen a ver un mundo tan estuchado y curioso, donde casi ninguna cosa es lo que parece y donde lo que es de verdad no aparece.

Y esto no es culpa de su cruel destino. No: usted es libre de sospechar, por ejemplo. Libre de dar con la clave de muchas tramas organizadas contra su persona. Mejor lo verá si considera al coleóptero. ¿En qué puede parecerse el mundo de un coleóptero al de usted? "¿Si me pica o si no me pica? Porque si me pica hay colisión de universos, ¿no?"

¿Y si en realidad usted sólo cree que le ha picado y el coleóptero cree que ha puesto un huevo? Vaya haciéndose a la idea de que, cuando hay un mundo dentro de otro, las cosas no están nada claras. Ya lo habrá pensado si es un verdadero aprendiz de paranoico: ¿Esto es real o no? Pues, no. Usted sólo cree que vive en este mundo, pero la clave es pensar que no hay mundo, que es usted una mente cautiva sujeta a un experimento. Alguien le está mirando para ver cómo reacciona y qué ideas genera sobre la realidad. No hay mundo sino probeta. No hay sol sino mechero Bunsen. No hay nada más que su difusa conciencia y el hecho de que alguien le observa.

La realidad es como este dibujo: intente saber si se mueve o no mientras considera que no es un dibujo sino un conjunto de números que estimulan la pantalla de su ordenador.

Image hosting by Photobucket

¿Acaso lo duda? Pues haga un experimento y pruebe a coger a ese coleóptero que le ha picado. ¿No lo consigue, verdad? Porque todos los coleópteros son imaginarios. ¿Cómo se nota? Porque los verdaderos no pican, hombre. Piense que lo que ve sólo es lo que usted cree que ve.

-¿Y si creo que el guardia que me ha parado en la carretera es imaginario y el tío me pilla huyendo y me mete en el calabozo o en el coche de atestados?

-Usted es todavía novato, de manera que no haga experimentos hasta que esté seguro de que el universo de los guardias no tiene un punto de conflicto con el suyo. Estese quieto y no malmeta con la realidad, que es muy suya.

LA VENTAJA DE SER ESPAÑOL

Considerado el mundo desde la paranoia como realidad, ser español es una gran ventaja: en España casi todo acaba devorado por la paranoia y no hay español que no desee la oportunidad de echar a alguien la culpa de lo que le sucede. Es más cómoda la conjura que la inutilidad; más oportuna la conspiración que sospechar que el mundo no funciona como uno se imagina.

¿Acaso no podemos echar las culpas a alguien? Sí, podemos, pero, ¿de qué? De todo, hombre de Dios, de todo. Se trata de gentes que han elegido como profesión cargar con las sospechas y tienen un sueldo para eso y para más. Asumen que sus cargos despiertan malentendidos y cargan con su cruz, como todos en este mundo. Elija entre estos, de momento:



¿Qué otros conseguirían que sonara su teléfono a hueco cuando recibe una llamada? ¿Quiénes podrían lograr que la calle se le llene de gentes pintorescas con cara de navaja? ¿Quiénes podrían hacer que en Cataluña toque siempre el Gordo y que en el reino de Valencia no llueva? Estas y otras muchas cosas necesitan explicación, y los que ve en efigie arriba saben sin duda más que usted de la capa de ozono, del calentamiento, de las especies que desaparecen, de las órdenes secretas, de las logias, de María de Magdala, del Triángulo de las Bermudas y de por qué algunos sobres le llegan abiertos.

Si está seguro de que el mundo conspira contra usted, no dude que ellos tienen algo que ver. Sea un paranoico ordenado y, en primer lugar, busque a los responsables generales de cuanto sucede en España. Pasemos luego a los particulares, a sus alcaldes, concejales, guardias, bomberos y vecinos. Le diremos cómo desenmascararlos y qué es lo que buscan haciéndole la vida imposible. Saldrá de este curso con una Paranoia de campeón, casi como la de los norteamericanos que creen que todos les odian por serlo, o los europeos, que se sienten vigilados por los Norteamericanos.

Ya verá como consigue ser un perfecto inútil asustadizo que sospechará hasta de su médico de cabecera, de su hijo, de su mujer y del director de su periódico preferido. Conseguirá obsesionarse por ellos sin ningún esfuerzo. Y será infeliz como ahora, pero sabiendo que usted no tiene la culpa.